Amigas y amigos:
Muchas gracias. Ustedes representan el decoro de muchos otros mexicanos dispuestos a luchar por causas justas. Ustedes forman parte de millones de mujeres y hombres libres que ya no se dejan manipular por los medios de comunicación.
Nos volvemos a reunir aquí, frente a Televisa, porque estamos decididos a transformar la vida pública de México, y sabemos que sin pluralidad en los medios de comunicación y sin libertad de expresión, será difícil lograr una auténtica democracia y una sociedad mejor.
Los medios de comunicación, con honrosas excepciones, no cumplen su función social ni ayudan a construir la democracia. En sentido estricto se han convertido en meros instrumentos de dominación al servicio de los potentados de México.
Como ya hemos explicado en otras ocasiones –y lo vamos a segur repitiendo—treinta barones del dinero y de la política son los que realmente mandan y deciden en nuestro país.
Esto lo tenemos que tener muy claro, para no confundirnos. Bien se dice que un problema bien planteado, es un problema medio resuelto.
El grupo de los treinta posee las franquicias del PRI y del PAN, mantiene a uno de sus empleados en la Presidencia de la República y este grupo dueño de los medios de comunicación más influyentes del país.
Sí está claro. Treinta, dos partidos, un pelele y la tele.
De esta forma, este puñado de personas, se ha venido imponiendo por encima de los intereses del pueblo y de la nación. Han degradado la vida pública y son los principales responsables de la debacle económica, del empobrecimiento del pueblo y de la violencia que se padece en todo el país.
Y a pesar de todo el daño que han causado, no están dispuestos a rectificar, a modificar su actitud.
Por el contrario, quieren seguir imponiendo su modelo autoritario y su política de pillaje, aunque acaben de hundir a México y de ahogar al pueblo en la pobreza.
En Estados Unidos, ante la decisión del pueblo de apoyar el cambio que ofreció Barak Obama, el grupo de derecha, responsable del desastre político y del derrumbe financiero en ese país, tuvo cuando menos el valor de aceptar públicamente sus errores.
Bush, no sin una buena dosis de hipocresía, se atrevió a decir que había sido engañado sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak; y Greenspan, el gurú de los neoliberales, reconoció que se había equivocado. Actualmente, los dos están siendo severamente juzgados por la opinión pública de Estados Unidos.
Sin embargo, en nuestro país el grupo de los treinta, responsables de la tragedia nacional que padecemos, goza de total impunidad, no pierden ni siquiera su respetabilidad y se siguen creyendo los amos y señores de México.
Esta es la realidad. En nuestro país, en México, se ha ido conformado una especie de dictadura encubierta, un poder real que actúa por encima de las instituciones y que ha nulificado la vida democrática nacional.
Existe una República aparente, simulada, falsa; hay poderes constitucionales, pero en los hechos, un grupo ha confiscado todos los poderes.
El predominio de este grupo se sustenta, fundamentalmente, en el control que ejercen sobre los medios de comunicación. En eso estriba su fuerza y la soberbia, cuando creen que pueden imponerse eternamente.
Hasta ahora les ha funcionado su estrategia de manipular y de administrar la ignorancia en el país. Todavía en amplios sectores hace efecto el repetir mentiras y, sobre todo, el distorsionar y esconder la información.
Sólo así se explica que nuestro pueblo no haya terminado de despertar, a pesar de que está siendo castigado duramente por la pobreza, el desempleo, la carestía, la inseguridad y la violencia.
Una prueba del eficaz dominio de los medios de comunicación, es el hecho de que ya hubo una devaluación de cerca del 40 por ciento, una devaluación del peso y parece como si nada hubiese ocurrido.
Hemos perdido todos los mexicanos una buena parte de nuestro patrimonio y de ello casi no se habla. El asunto de la devaluación no se discute entre familiares y amigos, ni en las plazas públicas, ni siquiera en los centros de educación superior.
Y todo porque deliberadamente este tema no se aborda, como muchos otros, en los medios de comunicación. Tal parece que si un problema no sale en la televisión, es como si no existiera.
En otras palabras, con el engaño y la falta de información, se ha impedido que tengamos una opinión pública fuerte, una voluntad colectiva decidida a exigir el cumplimiento de los derechos sociales y ciudadanos; un verdadero contrapeso para limitar los abusos del poder.
Esto es lo que justifica el que luchemos por la democratización de los medios de comunicación. Y aunque sabemos muy bien que la mejor forma de contrarrestar la poderosa influencia de los medios y de la televisión en particular, la mejor forma de hacerlo estriba en intensificar nuestro trabajo de organización, de orientación y de concientización del pueblo, aunque sabemos que ese es el mejor método, el mejor recurso, el trabajar todos los días, convenciendo a la gente, creando conciencia, no debemos quedarnos callados y exigir que se cumpla el derecho a la información.
No es un asunto menor venir aquí, a Televisa, a demandar pluralidad y apertura. Con nuestra presencia estamos dejando de manifiesto que en esta fábrica de mentiras hay más poder –que se oiga bien—aquí hay más poder que en Los Pinos, que en la Suprema Corte o que en el Congreso de la Unión.
Continúa......
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